La ineficiencia en la gestión pública no solo cuesta tiempo: cuesta millones.
La ciudadanía ha perdido la confianza en el sistema público, alimentado por un terreno fértil donde la corrupción siembra actos ilícitos que involucran a autoridades, jueces y empresarios.
Consciente de esta realidad, el Presidente de la República ha presentado a la Asamblea Nacional un proyecto de ley urgente que busca reestructurar el sistema de contratación pública y el desempeño del sector estatal.
Se trata de la Ley Orgánica de Innovación y Fortalecimiento de la Gestión Pública, una apuesta por modernizar el aparato estatal.
En un país donde el 64% de las contrataciones tiene solo una o dos ofertas y el sobreprecio es la norma, esta reforma busca abrir el juego, reducir costos y evitar negociados.
Contratación pública: del cuello de botella a la vía rápida
Uno de los ejes clave es la reforma profunda del Sistema Nacional de Contratación Pública (SNCP), con el objetivo de hacer que el gasto público sea transparente, competitivo y útil.
Nueva cultura en el sector público: evaluar, medir y sancionar
La ley también busca transformar cómo se ejecutan las funciones públicas. Se incorporan evaluaciones semestrales de desempeño basadas en resultados, indicadores y calidad del servicio.
¿Por qué ahora?
Porque el sistema actual no aguanta más. Ecuador ocupa el puesto 121 de 180 países en el Índice de Percepción de Corrupción. Se estima que hasta USD 930 millones se pierden anualmente por sobornos y mal uso de fondos públicos.
Esta ley busca garantizar que el dinero del Estado se destine realmente a escuelas, hospitales, infraestructura y bienestar, no a redes de corrupción.
Conclusión
La Ley Orgánica de Innovación y Fortalecimiento de la Gestión Pública no es solo una reforma: es una declaración de principios. Su aprobación marcaría el inicio; su implementación efectiva, el verdadero logro.
En un país con talento, ciudadanía activa y deseos de cambio, esta ley puede marcar un antes y un después. Porque donde hay transparencia, hay inversión. Donde hay eficiencia, hay desarrollo. Y donde se recupera la confianza, se reconstruye el Estado.